Sostenido por elásticas cuerdas, algas marinas danzando con la música de los mares, filtrando los rayos solares en la densa y húmeda nube de este pequeño sueño que luego olvidaré.
Lentos y profundos tonos de violines... baterías claras y lejanos pianos me envuelven en este tibio mar lleno de microscópica vida. Todo conectado por los lentos cambios de presión en mi cabeza.
Vuelven una y otra vez los ecos que me hablan del espacio, las distantes montañas y las coloridas texturas de los valles oceánicos. Un silencioso lenguaje mental, una extensión de mi misma piel, cada instante más difusa y etérea.
Luego solo son sonidos interiores, ondas viajeras dilatando mi propio tiempo y espacio, contrayéndolo una vez más... respirando dentro de mi.
En aquella parte que ya no es solo mía, ni del mar.
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