martes, 22 de diciembre de 2009

Trust

La vida son nustros besos, los de verdad, nustros suspiros y nuestros abrazos. Vivimos cuando sentimos. Somos la suma de nuestras emociones, incluso las que más duelen, nuestras caidas y nuestros errores, en especial los más feos.

Pero todo lo que callamos es lo que no somos, esas pequeñas frases que mejor nos tragamos. Cuando no dijimos te quiero, cuando no dijimos perdon, es entonces cuando morimos.

Nos matamos, así de simple. Si no somos fieles con nosotros mismos, si no somos sinceros, si no confiamos, si no nos damos la oportunidad de equivocarnos y perdonarnos... quién? y si no es ahora, cúando?

Ideas locas varias

Al final de día, si te das cuenta, todos dormimos solos y todos nos hacemos las mismas preguntas.

Todos buscamos lo mismo en una persona, por ejemplo, pero nos hemos preguntado qué tenemos para entregar nosotros? queremos alguien que nos haga felices, pero podemos nosotros hacer feliz a una persona?.

De lo único que somos esclavos es de las consecuencias de nuestras propias acciones, o de la falta de ellas, entonces si estamos mal, solos y tristes, simplemente estamos observando los muros de la cárcel que nosotros mismos hemos levantado.

Entonces la pregunta no es qué quiero? sino qué merezco? y lo que merezco es simplemente la realidad que estoy observando.

Conciencia es la capacidad de darse cuenta de las consecuencias de nuestras propias acciones. Una vida consecuente es una vida sabia, una vida feliz, una vida en paz. Lo que haces a los demás te lo haces a ti mismos porque todos somos lo mismo y al final del día, todos nos hacemos las mismas preguntas.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

La vecina

Así la señora Juanita terminaba de apalear su alfombra en el tejado del edificio aportando un poco más de contaminación al aire santiaguino que, sin embargo, era despreciable comparado con el esfuerzo sobrehumano de dar sablazos con el escobillón por cinco minutos a la pobre alfombra persa bio-bio. Pensó un momento y se dio cuenta de que por mucho que golpeaba a la pobre, siempre salía un poco más de polvo de los desgastados y opacos intersticios telares.
Entonces la señora Juanita inocentemente reflexionó: por muchos palos que nos den, no nos pueden quitar lo que nos es inherente.
Y tuvo una escusa para andar feliz todo el día domingo.