miércoles, 11 de agosto de 2010

El dulce velo del olvido

Posados sobre extremos opuestos, inclinan la balanza, desequilibrio mental frente al antagonismo de mis valoraciones personales. Más que un ser profunde e inconexo, constantemente elevado sobre los humedales de algodón, sobre fragmentos arrancados de recuerdos infantiles, colores con olor a rosas. Cajones, bolsas y pequeñas mochilas guardan arrugados los textos que alguna vez debí quemar pero tuve miedo.

Una maraña de manías, pañuelos con olor a cigarro,
miradas que evitan los ojos ajenos,
cansadas un poco de ver como esto ha terminado,
de como reciclo la ropa gastada que uso cuando tengo frío,
de como mastico una vez más mis palabras,
con suerte de encontrarles algo de sentido.

No hay comentarios: